El camino empieza con unas vacaciones de Semana Santa en el Quindío, para ese entonces nuestra familia vivía entre Pereira, y el Valle del Cauca, y habíamos tomado la decisión de reunirnos cerca a Quimbaya en una finca llamada la Adiela, que habíamos alquilado juntos. 

Nos perdimos en el trayecto, y encontramos lo que sería nuestro destino. Mientras tratábamos de encontrar a La Adiela, dimos con una finca que se veía un poco abandonada, en ese mismo trayecto encontramos un señor al que preguntamos por la dirección, pero mi Padre también le  preguntó por el dueño de ese terreno desolado que tanto llamó la atención de mi Familia, y era él mismo señor con el que estábamos hablando. Como estaba en venta, mi familia se puso en contacto y la adquirió, junto con mi madre, la hermana de mi mamá y el esposo de ella. La llamamos Miraflores. 

Era nuestro sitio de ensueño cada fin de semana y el lugar de nuestras reuniones familiares. Esta tierra nos dio tanta felicidad, que mi familia decidió comprar otra finca vecina, llamada Rancho Barajas, y luego otro terreno donde actualmente está la casa La Valentina, estas tres fincas unificadas son hoy la Finca Turística Miraflores.

En ese momento, con un terreno grande y provechoso, mi familia soñó con construir una casa para todos, con una cancha de fútbol grande, hermosas zonas verdes y una piscina. Este lugar que visitas hoy, no estaba en nuestro pensamiento, no imaginamos que pudiera ser tan linda y con tantos espacios para disfrutar, pero el trabajo de nuestra familia dio sus frutos, y el sacrificio de haber invertido todo su dinero en ella es el resultado que todos pueden conocer hoy.